Cuando una vivienda se ahoga el problema y la solución siempre se encuentran en el interior
Las fachadas ventiladas nunca eliminarán la patología de forma definitiva.
La única forma de eliminar radicalmente la condensación de todo el hogar es hacerlo desde el interior.
Lamentablemente, cuando una vivienda comienza a padecer condensación, deja de ser un hogar confortable para convertirse en una verdadera fuente de problemas para sus habitantes.
Esto sucede por la suma de un excesivo aislamiento térmico de la vivienda, una incorrecta ventilación y el vapor de agua en el ambiente que se genera al respirar y con las acciones cotidianas del hogar (cocinar, ducharse, lavar, etc.)
Todo este cóctel de circunstancias “ahoga” la vivienda que responde empañando cristales, mojando sábanas, mobiliario y enseres, desprendiendo un fuerte olor a humedad, pero, sobre todo, anidando mohos y hongos que son altamente nocivos y provocan o empeoran enfermedades respiratorias, alérgicas y dermatológicas en los que los respiran.
Todo esto hace de la vivienda un lugar nocivo y peligroso para su habitabilidad y la única manera de solucionarlo es tratando el origen desde dentro. Hay que hacer que la casa “respire” pero sin que deje de ser confortable (sobre todo en los meses de invierno) y esto solo se consigue con la tecnología de ventilación forzada.
Una Central de Tratamiento de aire es un sistema de ventilación mecánica que elimina de forma definitiva los problemas de humedades por condensación de una vivienda. El funcionamiento de este dispositivo es similar a la respiración pulmonar humana. Este “pulmón” artificial hace que la edificación respire. Además, este sistema no sólo renueva el aire liberando el ambiente de los excesos de humedad, sino que ayuda a conservar la temperatura del hogar, con el consecuente ahorro energético y económico que esto supone y, a su vez, purifica el aire de tal manera que beneficia enormemente a personas alérgicas.
Las fachadas ventiladas no eliminan el problema de condensación
Este sistema constructivo, habitual en las intervenciones de rehabilitación de edificios, es una buena solución para mejorar la eficiencia energética pero no es la solución definitiva para los problemas de condensación de una vivienda.
Mejorar la envolvente de un edificio mejora el confort climático del mismo y, como consecuencia, disminuye el consumo energético tanto para calefactarlo como para enfriarlo. Es cierto que los muros exteriores estarán menos fríos y condensarán menos, pero la patología real de condensación (el exceso de vapor en la atmósfera del inmueble) en nada varía. Sigue existiendo el mismo grado de humedad ambiente y, en las zonas más alejadas de la fachada, los residentes tendrán el mismo problema.
Por ello, la única forma de eliminar radicalmente la condensación de todo el hogar es hacerlo desde el interior de cada vivienda para conseguir ese ansiado equilibrio entre aislamiento térmico y ventilación, que solo se produce con sistemas de ventilación mecánica forzada.
Autor del Artículo
Murprotec